Siempre….nunca

 

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Siempre… nunca… dos absolutos que en realidad no existen. No somos conscientes de ello hasta que vamos creciendo y nos damos cuenta, a fuerza de tropiezos, de que la única realidad es el movimiento, el cambio, la evolución, y en ese continuo movimiento no caben absolutos.

«Siempre» deja de serlo cuando llega el momento, la persona, el hecho que hace que ya no sea. Ese «Siempre» adquiere otro sentido si lo acompañamos de un «hasta que… » porque entonces le damos el sentido de evolución.

Y lo mismo para «Nunca» que  también dejará de serlo cuando algo, alguien haga que cambie. Si el «Nunca» lo acompañamos de otro absoluto como «jamás»  el momento en que deje de serlo será aún más chocante. Pero si, como en el caso anterior, le añadimos el «hasta que» ponemos red al vacío.

«Siempre» y «Nunca» suelen venir tras promesas o deseos, nuestros o de otros y crecer consiste en darse cuenta de que los absolutos no existen porque nosotros tampoco somos absolutos, porque estamos en constante evolución, en constante cambio. Lo que pensábamos hace unos años probablemente ahora ya no tenga mucho sentido. Incluso algunas de las promesas que hemos hecho o que nos han hecho con un «Siempre» o con un «Nunca» seguramente no se han podido cumplir, pero no hay que darle más importancia porque fueron verdad mientras el escenario fue el mismo. Cuando el universo cambia debemos cambiar el paso y aceptarlo, no pensar que nos hemos traicionado o que nos han fallado.

Haremos y nos harán nuevas promesas e incluso alguna vez pensaremos que esa vez sí que estamos seguros de que podemos decir de manera rotunda «siempre» o «nunca«. Tampoco pasa nada, cuando deje de ser o cuando acabe siendo, volveremos a plantearnos que el «siempre» o el «nunca» no existen, salvo alguna excepción que seguro que ya estáis pensando.

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